La compraventa de los vehículos favoritos de las grandes fortunas no vive su mejor momento. La amplia inspección de la Agencia Tributaria, con centenares de comprobaciones en marcha y varias decenas de actas está dejándose sentir en el precio de las SICAV en el mercado de segunda mano.
La principal ventaja de comprar una SICAV de reventa es la rapidez del papeleo, ya que no requiere pedir la autorización a la CNMV, no hay que pagar notario ni pasar por el servicio de compensación de Bolsa. Todo esto se puede conseguir en un mes, frente a las 18 ó 12 semanas mínimos que requiere la nueva creación.
El coste económico de la operación se calcula con la suma del volumen total del patrimonio del cofre patrimonial más los gastos primitivos desembolsados por el creador del instrumento de inversión colectiva, entre 7.000 y 10.00 euros. A esta cifra hay que descontar ahora una variable, el riesgo de que la Agencia Tributaria reclame regularizar los impuestos de ejercicios pasados. Esto puede suponer abonar el 34% frente al favorable 1% disfrutado durante las declaraciones ya presentadas (los años 1999, 2000, 2001 o 2002).
Para conseguir una rebaja, el comprador simula lo que podría suponer este imponderable, según los beneficios registrados por la SICAV cada año. Un tira y afloja abierto a la negociación. Máxime en un momento donde otras alternativas de banca privada ganan peso, como la gestión discrecional de fondos o carteras y las sociedades patrimoniales domiciliadas en Luxemburgo.
Hasta ahora las razones más frecuentes que llevaban a los dueños a vender las SICAV eran varias: desde la herencia, que implicaba repartir carteras, hasta hacer frente a pagos de tesorería, o nuevos proyectos empresariales o duplicidad de gastos en el caso de ser propietario de varias sociedades de inversión colectiva.